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Homenaje a la leyenda del polo: una tarde de emociones y recuerdos para el inolvidable Juancarlitos

YAHOO!SPORTS Claudio Cerviño - 14 de febrero de 2022

Nunca le gustaron los homenajes. Cuando alguien se lo cruza y lo elogia, se pone incómodo. Lo mismo cuando se le hace una suerte de reverencia a través del teléfono. Tampoco le agradan las comparaciones: siente que lo ponen en un lugar donde no quiere estar. Para muchos, es el mejor polista de todos los tiempos. Para otros, uno de los dos mejores, sitial que comparte con Adolfo Cambiaso. Ganador 20 veces del Campeonato Argentino Abierto, Juancarlitos Harriott guarda un orgullo: haber vestido siempre la camiseta de Coronel Suárez. El equipo de la camiseta de rombos azules y rojos. El club con más títulos en el torneo más importante del mundo: 26. De ese total, 25 son de Coronel Suárez (el otro le correspondió a Coronel Suárez II).



Juancarlitos y su sonrisa: "Esto me llegó", dijo sobre el homenaje

Hace casi dos años, en plena pandemia, lo entrevistamos dos veces. La primera fue con motivo de cumplirse los 40 años de la última actuación del seleccionado argentino en la Copa de las Américas, allá en San Antonio, Texas, en 1980, con la mítica formación de Suárez: Horacio Antonio y Alberto Pedro Heguy junto con Juancarlitos y su hermano menor Alfredo. “La máquina de hacer polo”, como fue bautizada. Cuando nos despedimos, le dijimos: “Juanca, un día de estos lo llamo y hablamos del polo en general y de la vida”. La respuesta fue: “Dale, dale, pero te vas a aburrir, ¿eh?”.


Cumplimos con la misión y si algo no sucedió en esa larga hora en la que hablamos por teléfono fue aburrirnos. Fue un placer. Incluso, en el final, mientras hacía mención a La Dolfina, al equipo que dominó una década con otra formación que entró en la historia del deporte (Adolfo Cambiaso, David Stirling, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero), le preguntamos si no le hubiera gustado que se enfrentaran ambos conjuntos. Ni siquiera vaciló en la respuesta: “¡Pero claro que me gustaría jugar contra La Dolfina. Seríamos más jóvenes!”, retrucó. Y soltó una risa conmovedora.



El mejor equipo de la historia: Alberto y Horacio Heguy y Juan Carlos (h.) y Alfredo Harriott; Coronel Suárez, en su máximo esplendor

Juancarlitos anda por los 85. Sigue viendo en su Coronel Suárez natal, en el campo La Felisa, a 15 kilómetros de la ciudad del oeste bonaerense que se encuentra a 550 kilómetros de Buenos Aires. Es un emblema. Hace unos años le hicieron una estatua en su honor. Obvio que lo puso medio incómodo. En la entrevista admitió que cada tanto pasaba por el centro y la veía. Sabía, por ejemplo, que la habían pintado recientemente. Y contó una anécdota breve. “Acá no faltan los graciosos. ya voy a averiguar quién fue”. Es que le habían puesto un barbijo a la estatua y estaba intrigado sobre el autor de la humorada. Corría el mes de julio de 2020 y la pandemia había atacado con fuerza en la Argentina, cuando todavía no habían llegado las vacunas y la mayoría de la gente se mantenía encerrada en sus casas.

Número 3 de excepción, hace un par de días Juancarlitos vivió un momento emocionante, otro en realidad. Nuevamente con el Coronel Suárez Polo Club de por medio. Su club. Su segunda casa. En la cancha principal, que lleva su nombre, se inauguró un tablero especial. Con los colores del club. Familiares, amigos y allegados fueron a acompañar a la leyenda. Lo abrazaron, los saludaron, se sacaron fotos, lo aplaudieron a rabiar. No pudo evitar emocionarse, incluso cuando le tocó pasar ese momento tan incómodo como hablar ante la gente.

Juan Carlos Harriott ingresó en el Hall de la Fama del polo

“La verdad es que esto nunca lo imaginé, ni siquiera lo soñé. Estoy muy contento, muy orgulloso. Muy agradecido con el club. Son años que he estado acá. Desde chico veníamos, era nuestra segunda casa. Pasaron los años. Ya se está terminando la vida, pero uno de los grandes orgullos que tengo es que todos los torneos que he jugado, grandes o chicos, siempre lo hice por el Coronel Suárez Polo Club”, expresó Harriott, recibiendo el aplauso de los asistentes y acompañado por su sobrino Juan Harriott (hijo de Alfredo), presidente del club.



Acompañado por su sobrino Juan Harriott, presidente del club

“Esta cancha que lleva mi nombre se alquiló en el año 1929 y este club terminó siendo uno de los mejores del país con excepción de los de Capital Federal. Canchas de polo, 18 hoyos de golf, tenis, squash. Les agradezco por venir. Me voy mucho más contento de lo que piensan ustedes y les quiero decir que ésto me llegó”, remató el hombre que logró el Olimpia de Oro en 1976 y también fue distinguido con el premio Konex.


La emoción de Juancarlitos


El mensaje de su sobrino Juan redondea el significado de lo que es Juancarlitos a nivel deportivo y sobre todo, humano. “El polo no ha sido uno de los deportes más populares en el mundo, pero Juancarlitos si ha estado como uno de los mejores deportistas que ha dado nuestro país. Tenemos la suerte de que sea de Coronel Suárez. Juancarlitos nos ha representado y ha hecho conocer a Coronel Suárez, no sólo el club, sino también la ciudad por todo el mundo. Así Suárez se hizo más conocido, más popular. Y lo que más elogiamos de Juancarlitos no son sus logros, sino su rectitud, su caballerosidad y todo el cariño que le tienen”.


Y por qué no el encabezado de la invitación al acto que se realizó: “Inauguración del nuevo tablero ‘Juan Carlos Harriott (h.)’. Lo honramos por su talento, sus logros deportivos, sus convicciones y su manera de entender la vida”.


Un hombre común, o no tanto. Crack en la cancha. Señor dentro y fuera de ella. El mismo que siempre le bajó precio a los elogios. Como cuando una vez, en pleno Abierto de Palermo, ya retirado (dejó el alto polo en aquella serie por la Copa de las Américas en 1980), mientras subía a las plateas por una de las explanadas, alguien lo frenó y le dijo: “Juanca, estás impecable. Podrías seguir jugando perfectamente”. La respuesta de Harriott, acompañado por una sonrisa, fue para los libros: “Te voy a contestar como lo decía Fangio: no mires cómo está el chasis, tenés que mirar el motor”.


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